miércoles, 18 de agosto de 2010

En Nicaragua, estamos como estamos porque somos como somos - Nicaragua Hoy

La realidad política y social es el espejo de los vicios de la sociedad.

Según Avishai Margalit, profesor de filosofía de la Universidad de Jerusalén, una «sociedad decente» es la que combate las condiciones que hacen que quienes forman parte de ella se consideren humillados.

La inestabilidad e inseguridad social y política, el hambre y la extrema pobreza, son humillantes para el ciudadano nicaraguense.

La humillación de la nación nicaragüense es provocada por el «sistema impuesto» por una sociedad injusta, una minoría manipuladora extremadamente rica y una mayoría extremadamente pobre.

Prevalece, en la minoría dominante, un espíritu de neutralidad moral, o amoralidad. Con habilidad, adaptan el espíritu a la situación conveniente que generalmente es tolerada por sus frutos. Es en esas estructuras elitistas, falsas, donde hay que buscar el origen de la inestabilidad política, además del hambre y la miseria, pues es ahí adonde se minimiza la injusticia y la malicia a cambio de satisfacer las ambiciones. Es ahí donde se fabrican las utopías y los engendros en todas las épocas.

Moral y éticamente hablando, el abuso político que se sufre de parte de otro, no convierte al abusado en inocente, ni lo hace, necesariamente mejor que el abusador.

Abundan los aparentes demócratas, los decentes y respetables fraudulentos, y los devotos farsantes. Esos son los mayores responsables de las corrupciones, las dictaduras y el caos político nicaraguense.

Ni la corrupción, ni las dictaduras, ni el caudillismo, ni el caos político se engendran a sí mismos. Necesitan padre y madre y esos salen de la sociedad. Se conciben, se paren, se chinchinean, se admiten, y se toleran, hasta que llega un punto que se hacen insoportables, pero eso llega, después que les han sacado provecho y han sido útiles a intereses mezquinos.

Difícil, que las elites nicaragüenses, que históricamente han producido los abortos políticos, estimulado, consentido, o vuelto la vista a otro lado, puedan alegar que no tienen corresponsabilidad moral por los malos gobernantes.

Las elites son sospechosamente incapaces de conseguir que los errores no se vuelvan a repetir. Las clases dirigentes son las que imponen la trayectoria a la sociedad. Tras casi dos siglos de anarquía política, nuestra clase dirigente no aprende la lección. El oportunismo clientelista se inclina en la dirección de cualquier corriente, mientras se cierran los ojos ante lo que no conviene hasta que estalla el petardo.

La sociedad civil carece de capital humano capaz de promover una sociedad justa, decente y moderna por medio de un proceso sostenido. Sin duda hace falta algo más que un arquitecto para construir ciudadanos.

El capital político-social está en quiebra, y el capital cívico, no se logra formar. La seudo democracia es electorera, de última hora, pero no ciudadana. Todo se improvisa en Nicaragua a última hora, y generalmente esa improvisación resulta en violencia o en nada. Porque se ignoran los procesos.

A última hora se decide que es necesaria la unidad de la oposición, a ultima hora se dan cuenta que no se quiere más tolerar al dictador, a última hora se decide que hay que cambiar al gobierno y al gobernante, a última hora se dice que hace falta el cambio, ha ultima hora dicen ahora si se puede, ha ultima hora dicen ¡No mas! Generalmente lo que se hace a ultima hora es demasiado tarde para encontrar soluciones duraderas.

A ultima hora se improvisa al "hombre" que nos va a salvar de la dictadura y corrupción anterior. Todo para volver después a empezar un nuevo ciclo.

Es fácil, acusar a los políticos de corrupción, pero se silencia la corrupción de quien evade los impuestos, la corrupción de quien usa influencia para conseguir negocios del Estado; la corrupción de la indiferencia social, la corrupción por consentir la corrupción.

Para una sociedad despistada el dilema es elemental, no remediará los problemas, particularmente los políticos, hasta que no cambie totalmente el carácter y la cultura política y social. No habrá cambio, hasta que no elimine tanto clientelismo, mentira, hipocresía y falsedad de la vida cotidiana.

Se hace broma de los vicios. Hubo épocas en que se decía entre carcajadas que quien no robaba era un pendejo y los ladrones eran los héroes del momento. La indecencia política no concierne mientras no perjudique, o da provecho y mientras cada cual se considere así mismo falsamente decente. Los malos gobernantes, los dictadores, los pusilánimes, los mediocres, los corruptos cañoneros y quienes los han consentido, han nacido del mismo vientre social.

El ambiente nicaragüense prioratiza los intereses particulares, facilita la manipulación de cualquiera cuyo único interés es el personal y obstaculiza el interés general. Nuestras instituciones no tienen legitimidad y existen en detrimento de la mayoría.

El sistema no es apropiado para producir ciudadanos, mas bien obliga a actuar como no ciudadano. Eso dicen los estudios del PNUD (Naciones Unidas). Nuestras mayorías son autómatas despojados de la potestad de tomar decisiones. Toda democracia encierra una promesa de libertad, igualdad, justicia y progreso para el ciudadano. Esa esperanza no existe entre los nicaragüenses.

La democracia no es un objetivo, es consecuencia del medio.

La democracia es un proceso. No puede ser impuesta, ni producida recurriendo al extranjero en los conflictos nacionales, ni yendo donde el embajador americano a decirle que declino mi candidatura en fulano de tal, si el otro fulano también declina, en vez de educar y concientizar al pueblo en sus derechos y obligaciones.

Mucho menos improvisando Mesías de ultima hora que pensamos será el que solucione los problemas. Al inventar estos Mesías, al "hombre" salvador, lo que se hace es descargar en ellos la responsabilidad de cada quien de cooperar en solucionar los problemas nacionales escurriendo el bulto. Llevamos casi dos siglos repitiendo este error.

Así han ocurrido profetas y Mesías salvadores en nuestra imaginación histórica a partir del 15 de Septiembre de 1821 hasta llegar a Fabio, el ultimo, mas los que vendrán en un cuento de nunca acabar y mas complicado que la Biblia.

Con la mayor facilidad, siempre a ultima hora, imaginamos al Mesías esperado, al "hombre", inventado en el momento, fantaseamos a ese "hombre", como el ultimo recurso, producto de la desesperación.

Queremos siempre hacer a última hora lo que no hacemos años.

Queremos graduarnos sin estudiar y sin hacer la tarea.

Decidimos el destino de la patria con un ¡Viva! o un ¡Muera! con la mayor facilidad.

La sociedad dirigente impone a la nación una ruta de obstáculos, con montañas inmensas y rocosas, profundos abismos, terrenos pantanosos y abundantes espinas. Y así la lleva a través de la historia, entre zangoloteos telúricos, temporales tempestuosos, abordajes de piratas y asaltos de filibusteros, nacionales y extranjeros, naufragios y encalles, al garete, sedienta, hambrienta, abatida, y acosada perpetuamente la pobre Nicaragua por los chacales ávidos de sus despojos.

«Se tiene lo que se merece y se merece el destino que se sufre».

Confusos como en la torre de Babel se reemplaza a Somoza con Ortega.

!Mejor que Somoza cualquier cosa¡ solo para después gritar !Mejor que Ortega cualquier cosa¡

Cambiamos el ídolo, pero las elites siguen dominadas por los mismos oportunistas miopes «fabricantes de miseria» de tal forma que el esperado cambio nunca llega. Solo les interesa cambiarle el vestido al muñeco.

Y así hasta la eternidad.
Fuente:http://www.nicaraguahoy.info/

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